lunes, 8 de mayo de 2017

El día que conocimos a Pepe - Parte final

Me recuerdo de niña, sentada frente al librero. En mis manos había una cinta vieja 8 tracks de Cri-crí, el grillito cantor. Me encantaba escucharla una y otra vez, hasta que un día el aparato dejó de funcionar.
Mi canción favorita era la de los tres cochinitos.
Me gustaba el cochinito pequeño, el que quería trabajar para ayudar a su mamá. Me gustaba mas el hecho de que fuera el pequeño, porque yo también era la pequeña de tres hermanas. En mi infancia hay muchos recuerdos de las carencias que vivíamos como familia numerosa, al ser la mas pequeña, me daba cuenta de lo difícil que podía resultar que mis hermanos mayores tuvieran todo lo que necesitaban para la escuela, por ello siempre fui extremadamente cuidadosa con mis cosas y pedía lo menos que podía. No trabajaba, pero gastar menos era mi forma de ayudar a Mamá.

¿Porque me dolía tanto decirle a Mamá que estaba enferma?, Quería cuidarla, protegerla, no causarle dolor. Tiempo atrás mis hermanas mayores habían enfermado de gravedad, 1997 un crecimiento anormal en la glándula del timo y 2009 un cáncer.

No soy madre, pero ¿Cómo le dices a una Madre que se prepare nuevamente para ver a una de sus hijas desfilar hacia a el Quirófano?,  a su hija, esa que no enfermaba nunca.
Cuando mi hermana enfermó de cáncer fue un proceso muy largo. Tanto mi Madre como yo, estuvimos viajando a España para acompañar a mi hermana en su tratamiento. En uno de esos viajes, con lagrimas en los ojos ella me decía al despedirnos
"Gracias por estar para aquí, por ser nuestro apoyo en esta difícil etapa. Espero nunca te pase nada a tí, porque no podría resistirlo". 
En mi mente repetía ese recuerdo, me dolía mucho tener que darle la noticia. Ella es fuerte, resistiría, cómo tantas veces lo ha hecho en su vida, por ella, por nosotros...

Las dos en punto, ya estábamos en la consulta del neurocirujano.
-¿Traen los resultados?
-¡No!, me los entregaran hasta al sábado.
-Deja llamar al laboratorio, para ver si pueden enviarme algo... nada. Hoy por la noche o mañana temprano, nos enviaran un enlace para consultar los resultados en línea. Te explico un poco.

Con la ayuda de un modelo del cráneo y cerebro nos mostró donde se encuentra la hipófisis o glándula pituitaria: la silla turca.
-Ésta glándula es "el maestro" de la orquesta, tiene una gran variedad de tejidos celulares para coordinar el resto de las glándulas del cuerpo. Al ser un tejido tan especial, algunas células pueden "volverse locas" y tener un crecimiento anormal. Algunos son asintomáticos y se descubren hasta que al crecer tanto, se desborda de la cavidad de la silla turca, comienzan a ocupar la cavidad ocular y provocan problemas de visión y cefáleas. Son 100% operables, algunos  pueden reducir su tamaño con medicamento. Suelen ser de una consistencia blanda, por lo que es posible extraerlos a través de la nariz.

Fue entonces, cuando saco su teléfono y nos mostró una foto de mi MRI. Era todo lo que tenía pero suficiente para al menos saber que tipo de tumor tenía. El radiólogo al encontrarlo, hizo una fotografía a la imagen de la pantalla, la envío al Dr. Calderón, éste al neurocirujano .
Ahí le conocimos,  fue la primera vez que le vimos...Pepe.

Salimos de la consulta tranquilos. El neurocirujano saldría rumbo a un congreso, pero mientras  nos enviaban mis resultados, me pidió que me realizará una campimetría -como la que no quise hacerme antes- para evaluar cuan afectada estaba mi visión.

Llegamos a casa de Mamá y con toda calma pude decirle lo que me pasaba. Yo no perdí la calma, ella tampoco, supongo que ambas nos estábamos cuidando. "De tal palo tal astilla", las dos tragamos saliva y permanecimos fuertes. Fuertes hasta el final.

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